Son las 6 de la mañana.
Ya no puedo sonreír.
Se que no tuve en mi vida
muchos motivos.
Pero aún así sonreía.
Me gustaba sonreír.
Ahora tan solo sigo
preguntando ¿Por qué?
¿Por qué? A todo.
¿A mi forma de nacer?
¿Como crecí? ¡Sola!
¡Siempre sola!
Mi infancia no existió.
Y aún así sonreía.
Mi adolescencia se esfumó.
Y aún así sonreía.
Mi vida en pareja,
apareció y fracasó.
Y aún así sonreía.
Mi maternidad, fue criticada,
mal vista y casi arrebatada.
Tuve que romper mi hogar,
llevándome conmigo tan solo,
a mi pequeña.
Fue duro, muy duro pero:
Aún así sonreía.
Lo volví a intentar
y creé una nueva familia.
No fue nada fácil y
aún así sonreía.
Antes de nacer mí segunda
hija, tuve que descartar
el sida, fue algo terrible y
aún así sonreía.
Mi hija nació sana y
aunque los primeros años
no fueron fáciles.
Yo sonreía-
Mi madre murió, no fue
la mejor madre del mundo,
pero dolió mucho y tras
algún tiempo de dolor.
Yo sonreía.
He visto como mis hijas
han ido creciendo y me
ha costado muchísimo
aceptar que se aparten de mí.
aunque sea muy poco a poco.
Pero: Aún así sonreía.
Será que me encanta
sonreír, vivir, ser feliz.
Pasando por encima de
cualquier adversidad:
Yo debo sonreír.
¡Si no que sentido
tiene vivir!
Y ahora mi cara no
me deja sonreír y
lo peor de todo mí
mente empieza a
hacerle caso.
Quizás ya no me
quede nada por lo que
luchar, pelear, vivir,
sonreír, en definitiva:
¿Qué hago aquí?
Si no puedo sonreír.