DESPERTAR DE LOS SENTIDOS

Es el olor a mimosa en primavera, con su amarillo intenso, a lavanda florida, con sus flores liláceas, a la higuera en verano, con su fruto dulce y sus tallos lechosos. A tierra seca pasando por el túnel, al aire caliente que entra por mi nariz haciéndome más difícil respirar y llevándome hacia el río para disfrutar del frescor de sus aguas y la fluidez que aporta a mi cuerpo y a mis pensamientos, del olor a musgo sobre sus rocas y allí entre el sonido del agua, el canto de las chicharras y el balanceo de los juncos danzando con el viento: sentarme a “no escuchar” “solo sentir” y contemplar algunas nubes caprichosas que posan ante mi mostrándome mil formas diferentes, dejándome mojar por una lluvia inesperada y traviesa que deja un intenso olor a tierra mojada que despierta todos mis sentidos, preparándome para el momento más espectacular que he contemplado.
Cuando el sol decide retirarse poco a poco y dejar al cielo cerrarse entre montañas majestuosas que acompañan al río en su camino, para dar paso a un cielo azul intenso hasta llegar a plena noche, cuento la banda sonora cambia las chicharras por los grillos y el croar de alguna rana saltarina que asustada por mi presencia se da un chapuzón, ¡chof! invitando a sus amigas a seguirla tras el movimiento del agua que forma infinitas ondas.
Ya integrada totalmente en el entorno me dejo invadir por una lluvia de estrellas luminosas que se dibujan en todo lo que mi vista puede alcanzar. “Es el más bello espectáculo que jamás he visto” tan difícil de explicar como de creer, hasta que no lo ves.
Toda esta amalgama de colores, olores, sabores, sensaciones y vivencias me llevan a recordar la infancia de mis hijas y volver a verlas: jugar, reír, crecer, compartir, amar y sentir que forman parte de mí y de este paisaje que la vida nos ha regalado en nuestro camino.